Della sua lotta contro il cancro, il presidente bolivariano parla, con i consueti eroici accenti, quasi ogni giorno. Ma in realtà nulla si sa del male che lo affligge. Ecco come, ul quotidiano TalCual, Andrés Canizales spiega questo’ultimo paradosso venezuelano:
ANDRÉS CAÑIZÁLEZ |
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Con el paso de los días los venezolanos nos hemos acostumbrado a la nueva imagen del presidente Hugo Chávez, producto de su tratamiento contra el cáncer. La quimioterapia, ahora aplicada en Caracas, forma parte del protocolo recomendado para pacientes con esa enfermedad, después de una intervención quirúrgica. Pese a la nueva imagen, a las recurrentes ausencias del mandatario, quien seguramente debe hacer frente a períodos bastante desagradables según el testimonio de personas que han atravesado estos tratamientos, y a que el propio Chávez ha hablado (y usado) el tema de su cáncer con fines políticos, en realidad dos preguntas de fondo siguen sin respuesta.
¿Cuál es el órgano afectado? ¿Cuál es la dimensión o grado de la enfermedad? Estas dos preguntas siguen sin tener una respuesta, a dos meses de que el presidente Chávez admitiera públicamente su padecimiento en una cadena nacional de radio y televisión desde La Habana. Parece obvio que el ocultamiento de información en estos asuntos tiene un objetivo políticoelectoral. No encuentro, personalmente, otra explicación. ¿Por qué razón los venezolanos no pueden saber, a través de una fuente confiable, cuán grave o no es el estado de salud de su Presidente? Puede ser llover sobre mojado pero vale la pena volver sobre el manejo informativo de casos similares, en tiempos recientes y en América Latina. Es decir, no estamos hablando de un país nórdico o de Suiza. El presidente paraguayo, Fernando Lugo, ha estado en los últimos meses haciendo frente también al cáncer. El 31 de julio, sin ir muy lejos, estuvo en un chequeo en el Hospital Sirio-Libanés de Sao Paulo (Brasil). Luego del chequeo hecho al jefe de Estado de Paraguay, hubo un reporte médico del hospital brindado a la prensa, para dar detalles que son de interés de los ciudadanos de ese país.
No se trata de un asunto de morbo. En realidad, los personajes públicos, y especialmente cuando ejercen el más alto cargo de elección popular de un país, pierden de forma tajante su derecho a la privacidad. Si Hugo Chávez, como un venezolano cualquiera, quiere dejar en su esfera íntima los detalles de su cáncer, eso sería defendible. Pero al ser Chávez el presidente, además negándose a dejar temporalmente el poder, es un derecho de los ciudadanos de Venezuela saber cuán grave o no está el jefe de Estado. Su salud, mejore o empeore, tiene repercusiones directas sobre la conducción del país, y por tanto nos afecta a todos los venezolanos.
Deberíamos conocer la versión médica oficial. Eso no lo podría decir el mismo paciente, y menos Fidel Castro. En sana práctica democrática y transparente, debería producirse un parte médico oficial.
Nada distinto a lo que sucede con el presidente Lugo en Paraguay, sin ir muy lejos.
El presidente Chávez ahora gobierna a través del Twitter junto a apariciones en televisión, cuando su cuerpo se lo permite.
Eso en sí no es negativo, pero sin duda su ausencia de la esfera pública a la cual ha demostrado su adicción tiene un trasfondo sobre el cual debe existir una versión oficial creíble. El país como un todo, más allá de las preferencias políticas de unos y otros, a estas alturas debería tener información confiable sobre el real estado de salud de Chávez. El ocultamiento sistemático de información, que se inició desde que fue intervenido en dos ocasiones en Cuba, y que incluso perdió facultades mentales al estar inconsciente como él mismo admitió luego, en realidad lo que hace es arrojar más dudas e incertidumbre.
Los escenarios de incertidumbre pueden ser manejados políticamente, ciertamente, pero hasta determinados límites.
Esta tensión entre lo que no se dice y la necesidad de decir para responder a necesidades sociales parece evidenciar el cambio de estrategia que se ha seguido en dos momentos claves: en primer término, la aparición de Chávez el 30 de junio, pese a que aún no estaba recuperado del todo; en segundo lugar, la tercera sesión de quimioterapia en Caracas, a pesar de que no le garantiza el sigilo del tratamiento médico en Cuba.
La estrategia oficial, hasta ahora, ha sido ir dosificando la información. Se trata de ir acostumbrando a la sociedad, y especialmente a los seguidores del proyecto político de Chávez, a la nueva realidad. Tenemos un presidente enfermo, que a pesar de todo quiere ser reelecto el año próximo.
No se brinda información médica oficial, puede presumir uno, porque puede impactar negativamente la campaña o la propia imagen del Presidente.
No es ésta una situación que pueda prolongarse indefinidamente. Un termómetro para tener una idea de lo avanzado que pudo estar el cáncer detectado en Chávez, según médicos oncólogos consultados por este articulista, puede ser el número de quimioterapias que reciba el jefe de Estado. Veremos.