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Unica uscita, la democrazia

Da Dimas Castellanos, giornalista indipendente e co-autore del libro “Cuba, la Revolución fracasada” – la cui lettura consigliamo a tutti – riceviamo questo articolo il cui contenuto condividiamo appieno.


El falso argumento de defender las ‘conquistas de la revolución’ puede conducir a una catástrofe de incalculables consecuencias en Cuba.

DIMAS CASTELLANOS

La Habana 19 Jul 2021

Los hombres pueden acelerar o retardar los procesos históricos, pero solo hasta un punto. Las contundentes demostraciones populares del 11J, inéditas por su masividad y espontaneidad, confirmaron definitivamente que la crisis de Cuba no tiene otra salida que la participación de los cubanos como sujetos en los destinos de su nación, es decir, mediante la democratización. Ignorarlo es conducir el país a un desenlace trágico.

El rechazo a la democratización con el falso argumento de defender las “conquistas de la revolución”, puede conducir, como indican los hechos ocurridos, a una catástrofe de incalculables consecuencias. Después de los fracasos cosechados, los argumentos esgrimidos para continuar por la misma senda no resisten un análisis serio:

1- La defensa de la revolución

Por definición, la revolución es un cambio en la estructura del poder en un corto periodo de tiempo que transcurre desde que los revolucionarios asumen el poder hasta que sustituyen la institucionalidad existente por otra subordinada a sus fines.

Ese proceso en Cuba —extremadamente prolongado— comenzó en 1959 y culminó con la Constitución de 1976. Después de esa fecha en Cuba no hay revolución, sino inmovilismo y retroceso.

El inmovilismo, inducido para “salvaguardar las conquistas”, no es más que un eufemismo para defender los intereses creados y conservar el poder, lo que convierte a los problemas irresueltos en fuentes de estallidos, como ocurrió el 11J.

El concepto de revolucionario, que designa a las personas que enarbolan cambios no es atribuible a los que optan por detener la historia para conservar lo alcanzado. Los defensores del status quo pueden calificarse como cualquier otra cosa, menos de revolucionarios.

2- El bloqueo

Las intervenciones de las propiedades norteamericanas en Cuba, que comenzaron en 1959, los intentos de exportar la revolución a otros países de la región, unido al restablecimiento de las relaciones con la Unión Soviética —en plena Guerra Fría— recibieron por respuesta de EEUU la ley del embargo, la rebaja y suspensión de la cuota azucarera y la ruptura de las relaciones diplomáticas.

Comenzó así una escalada confrontacional que durante seis décadas ha sido utilizada por el Gobierno de Cuba para restringir las libertades de los cubanos, cuyo peor efecto ha sido  el retroceso de Cuba del pelotón más avanzados de América Latina en materia de derechos y libertades al grupo de los más atrasados.

La solución de ese diferendo no está en campañas publicitarias ni en las resoluciones de Naciones Unidas sino en aceptar las causas y llevarlas a la mesa de negociación en lugar de utilizarlo para presentarse ante el mundo como David ante Goliat, solapar las deficiencias internas y utilizarlo para hacer creer que toda idea diferente a las del Gobierno proviene de EEUU, lo que constituye una ofensa a la inteligencia, cultura y profesionalidad de los cubanos.

3- La principal causa

A la sombra de la confrontación con EEUU, el Gobierno revolucionario implementó un paquete de medidas de beneficio popular (rebaja de los alquileres y de  medicamentos, mejoras en la educación y la salud pública, la entrega de 100.000 títulos de propiedad a campesinos pobres y la subvención de productos y servicios básicos). De forma paralela, sustituyó la sociedad civil independiente por asociaciones creadas o subordinas al poder, suprimió las libertades, concentró el poder en el líder y la propiedad en el Estado. El efecto más negativo de las medidas populistas y de la instauración del totalitarismo fue la desaparición de la condición de ciudadano: un efecto estrechamente vinculado con los fracasos cosechados, el malestar acumulado y la explosión simultánea del 11J.

Como todo sistema ajeno a la naturaleza humana el totalitarismo cubano nació condenado al fracaso. Su larga duración radica en la capacidad demostrada para someter a las personas mediante el control de la propiedad, la educación, la cultura y los medios de comunicación.

El embargo debe cesar, pero como la principal causa de la crisis radica en el aferramiento a la estatización, la planificación centralizada y la ausencia de libertades, la salida está, primero en la implementación de medidas de cambio al interior de Cuba y luego en las negociaciones bilaterales con EEUU, para mediante el diálogo y la negociación desandar el camino transitado desde la nacionalización de las propiedades norteamericanas y la promulgación del embargo.

4- El blindaje

Como la eficacia para conservar el poder no es transferible a la producción, la nación cubana se estancó y comenzó a retroceder. El modelo totalitario resultó incapaz de generar un crecimiento sostenido para satisfacer las necesidades de los cubanos, lo que se refleja entre otras cosas, en la carencia de alimentos, medicinas y cortes del fluido eléctrico.

Ante la inevitable crisis, en lugar de escapar hacia adelante, el Gobierno cubano pisó el freno y decidió blindar el modelo totalitario con la Constitución de 2019, cuyo texto conserva las causas del retroceso, a saber: la existencia de un solo partido político como la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado; la propiedad estatal, causa del declive económico como la forma fundamental de la economía; la prohibición a los cubanos de invertir y ser empresarios en su país; y las libertades y los derechos, limitados a ejercerse de conformidad con la ideología del partido gobernante; lo cual explica el por qué en las manifestaciones del 11J, era común el grito de libertad.

Conclusiones

La solución de la crisis depende en primer lugar de medidas dirigidas al empoderamiento de los cubanos y a desterrar las exclusiones de una parte del pueblo con esa aberrante consigna de “La calle es de los revolucionarios”, que constituye una ofensa a las palabras del Apóstol: “Con todos y para el bien de todos”. En consecuencia se impone la recuperación de la condición de ciudadano para la participación como sujetos, no como objetos, en la solución de los problemas de la nación, que son sus propios problemas.

Como la causa de la crisis es interna, la democratización es la salida. Basta comenzar por un conjunto mínimo de medidas que permitan a los cubanos invertir y crear pequeñas y medianas empresas de producción y de servicios, producir y comerciar sin la tutela de los monopolios de Acopio y de Comercio Exterior y asociarse en la forma que lo consideren para los asuntos de su interés. Esas medidas tendrían obligatoriamente que acompañarse de la conformación de un abanico de asociaciones autónomas e independientes sin más interferencia estatal que la necesaria para su registro, existencia y funcionamiento.

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