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Friday, November 22, 2024

Resta la fame

Sono ancora 49 milioni, in America Latina, le bocche che reclamano cibo. Stando infatti all’ultimo rapporto della FAO, la tendenza alla diminuzione dei tassi di povertà e di denutrizione – favorita nell’ultimo decennio da un periodo di auge economica favorita dagli alti prezzi delle materie prime – sembra essere entrata in una fase di stanca molto prossima alla stagnazione. Al punto da registrare, tra il 2010 ed il 2012, un calo di appena il 2 per cento. Clicca qui per leggere l’intero rapporto (in spagnolo).

Riportiamo qui di seguito (sempre in spagnolo) il prologo nel quale Raúl Benítez, rappresentante regionale della FAO, riassume il senso ed i risultati della ricerca.

PRÓLOGO

Las estimaciones más recientes de la FAO sobre el hambre en el mundo muestran que en las últimas dos décadas el número de personas subnutridas en América Latina y el Caribe disminuyó en 16 millones, lo que ha contribuido de forma importante a la tendencia mundial en este mismo sentido. Estos datos dan cuenta de los esfuerzos realizados por la humanidad para avanzar en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo, actualmente 868 millones de personas sufren hambre en el mundo, lo que revela que lo realizado por los gobiernos, la sociedad civil y los organismos de cooperación internacional es aún insuficiente.

El Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2012, publicación de la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, analiza la problemática del hambre y la pobreza en la región. Como punto principal, subraya que el impulso al crecimiento que han tenido las economías de los países de la región no se ha traducido en una disminución de la vulnerabilidad de una parte importante de la población regional. La CEPAL estima que en el último año el número de personas bajo la línea de pobreza extrema aumentó, mientras que la FAO indica que en los últimos seis años, solo un millón de personas dejaron de sufrir hambre.

Entre 2011 y lo que va de 2012 América Latina y el Caribe ha mantenido tasas de crecimiento positivas superiores a las de EE.UU. y la Unión Europea, en un período marcado por alzas en los precios de los alimentos y materias primas, que han mejorado los términos de intercambio para los países de la región.

Hasta el momento la inserción de las economías y de las agriculturas regionales en el mundo ha dado como resultado un crecimiento con saldos comerciales agroalimentarios positivos, y un mayor peso y preponderancia del sector agrícola y sus encadenamientos productivos dentro de los propios países. Sin embargo, hay enormes diferencias entre los países, según sus recursos productivos y su condición de exportadores o importadores netos de alimento.

También hay diferencias según el tamaño de los productores y la distribución de los ingresos entre los distintos estratos sociales.

El desempeño económico de la región ha significado un aumento de la importancia de los salarios  dentro de los ingresos de las familias, aunque en general persisten grandes carencias en relación con las condiciones de empleo, el nivel de los salarios y la alta informalidad laboral. La agricultura familiar, sector clave por su capacidad de proveer alimentos, tampoco ha sido suficientemente reconocida y apoyada por los gobiernos en este período. Los desafíos actuales no se limitan a las amenazas y oportunidades que surgen con el alza de los precios de los alimentos, sino que se ubican en un nivel superior: se cuestiona hasta dónde las estrategias de desarrollo de los países están efectivamente orientadas a la integración de toda su población en los procesos de crecimiento económico y a la distribución de los frutos del desarrollo.

Los avances en la producción y la productividad, así como en el desarrollo comercial, muestran que con políticas adecuadas es posible alcanzar las metas de disminución del hambre.

La FAO postula que la región como bloque debe hacer valer su peso en la producción y el comercio mundial de alimentos, para incidir en la construcción de mecanismos de gobernanza de la seguridad alimentaria y nutricional a escala mundial. Del mismo modo, es necesario reforzar el apoyo a las instancias de integración política y económica orientadas a la seguridad alimentaria en el ámbito regional. Además, la FAO impulsa la consolidación de legislación e institucionalidad relativa a la seguridad alimentaria y nutricional en los países, así como la mejora de los niveles de transparencia y competencia en los mercados agroalimentarios domésticos.

Raúl Benítez

Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe

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